desde lo que siento más bar que casa,
y por lo tanto más casa que hogar.
Desde esta distancia
me sigo negando lo que llevo dentro
y que se despierta cada vez que suspiras.
No he podido ser valiente,
ni fuerte,
ni estable,
ni nada de lo que envidias.
Debería llevar escrito en la frente
que no soy tu puto paquete de pañuelos:
que lato baterías,
que lloro playas llenas
de todas las mujeres que jamás podrán mojarse
como tú con mis palabras;
que beso luces que parpadean
en el asfalto de camino a tu casa
mientras las grietas de mis costillas se agrandan
a cada paso que das.
Que vomito canciones que no quiero que me quieran
porque
no
te
describen.
Desde aquí
te veo los ojos vacíos de mí
y te me has clavado
y me has desgarrado la garganta
porque no tengo el valor para marcharme.
Tú no abrazas,
tú taladras el alma.
Diego Ojeda
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